La Serie “KILL CUPIDO”
“Kill Cupido” es una serie que cuestiona la versión idealizada del amor romántico. A través de imágenes cargadas de simbolismo, la obra revierte el mito de Cupido —tradicionalmente asociado con la inocencia y el azar del enamoramiento— para mostrar una mirada más cruda y contemporánea. Al “matar” a Cupido, la serie parece metafóricamente romper con la idea del amor predestinado y propone un cuestionamiento: ¿cuánto de nuestras relaciones es realmente elección, y cuánto es imposición cultural?
Las fotografías utilizan contrastes visuales (entre lo tierno y lo agresivo, lo estético y lo incómodo) para provocar una reacción emocional inmediata. Cada imagen funciona como una pequeña narrativa donde el espectador puede reconstruir una historia de desilusión, ruptura o liberación. Más que una apología de la violencia, el gesto simbólico de “matar a Cupido” funciona como un acto de emancipación: renunciar al mito del amor perfecto para asumir la responsabilidad y la complejidad de las relaciones reales.
En su conjunto, la serie invita a la reflexión sobre las expectativas afectivas, los mandatos sociales y la necesidad de reapropiarnos de nuestra propia experiencia sentimental. Es una obra que incomoda y libera al mismo tiempo.
En esta serie, Cupido no aparece como el niño alado de la iconografía clásica, sino encarnado en una mujer. Esta elección visual rompe con el imaginario tradicional y añade una lectura contemporánea: el amor no es un ideal inocente, sino una construcción que puede seducir, manipular y engañar. La atmósfera lúgubre en la que se sitúan las imágenes refuerza la tensión emocional del relato: sombras profundas, gestos contenidos y una estética casi teatral que convierte a Cupido en una figura inquietante, ambigua, más cercana a un ser que ejerce control que a un símbolo de pureza.
Las flechas con plumas blancas —elemento central en la iconografía del amor romántico— adquieren aquí un nuevo significado. Lo que antes era promesa de conexión, ahora se presenta como engaño: un instrumento que hiere, manipula y conduce al autoengaño sentimental. La serie parece plantear una acusación directa: el problema no es el amor en sí, sino el mito que lo envuelve. “Matar al mensajero” es un acto simbólico de rebeldía contra el mandato cultural que nos empuja a perseguir una idealización que casi siempre nos deja frustrados.
De este modo, “Kill Cupido” funciona como una liberación visual: al confrontar al símbolo, se confronta también la mentira del amor prediseñado, de las expectativas que no elegimos. La serie invita a cuestionar quién tiene el poder sobre nuestras decisiones afectivas y nos recuerda que el amor auténtico no nace de un flechazo impuesto, sino de la conciencia, la elección y la responsabilidad emocional.
